El tema que nos ocupa en la presente edición, es de alguna manera continuo al que tratamos en la edición anterior sobre las perspectivas energéticas para 2026. Hablar de las Tendencias y nuevas tecnologías en el contexto que se vive actualmente, tanto en Colombia como en el mundo en materia energética, exige revisar varias aristas que resultan clave y marcan lo que será el comportamiento de la transición energética en el corto, mediano, y largo plazo, en el ámbito local y global.
En cuanto a tendencias y tecnologías definitivamente se sigue acentuando la importancia de las energías renovables, fundamentalmente la eólica y solar que lideran el abanico de posibilidades de generación eléctrica, sin despreciar los avances en otras oportunidades provenientes de la geotermia, la biomasa, la mareomotriz, y un sin número de exploraciones que surgen a diario, perfilándose como energéticos alternativos en la carrera hacia la descarbonización.
También es de destacar la relevancia que viene cobrando el almacenamiento eléctrico, dado que, en momentos donde escasean preciosos recursos como el agua y abundan otros como el sol, la tendencia es a aprovechar al máximo las fuentes de energía, superando las barreras de la intermitencia. Por ello, las investigaciones y avances en las tecnologías de almacenamiento se están posicionando en un lugar prioritario para la ingeniería y las empresas, puesto que se hace urgente superar la barrera del uso, por ejemplo, de la energía proveniente del sol, limitada a las horas diurnas, cuando también podría aprovecharse en horas nocturnas, a través de sistemas idóneos de almacenamiento.
A lo anterior, se suma el meteórico avance de la Inteligencia Artificial a todos los niveles, el cual llega a complementar y a fortalecer el sector energético, especialmente en el ámbito tecnológico y en el compromiso de garantizar una transición energética encausada a la descarbonización.
En contraste con las tendencias y nuevas tecnologías, esta edición deja al descubierto el sinsabor de la reciente reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP30 celebrada en noviembre en la ciudad de Belém, Brasil. A pesar de las grandes expectativas de la mayoría de naciones participantes acerca del abandono progresivo del uso de combustibles fósiles, el Acuerdo Final no menciona ni una sola vez el tema, no hace ninguna referencia explícita al petróleo, al gas o al carbón y mucho menos a una hoja de ruta de desincentivar su uso en los años venideros.
De lo expuesto anteriormente, nos queda una gran inquietud: ¿a qué costo avanza la transición? Si bien, hay una gran apuesta tecnológica por optimizar y aprovechar los recursos para disponer de la generación de energía, ¿las apuestas independientes de las naciones, los gobiernos y las empresas son suficientes, cuando los países miembros de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático no han renovado su compromiso en bloque con la descarbonización?



















