LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Como bien lo dijo Joseph A. Schumpeter, “la innovación implica, por virtud de su naturaleza, un gran paso y un gran cambio…y difícilmente se mantiene alguna de las formas de hacer las cosas que fueron óptimas antes”. Y es propio de la innovación y la tecnología su evolución disruptiva, a saltos. Así se explica que la primera revolución industrial (1784) fue posible gracias a la invención de la máquina a vapor, la segunda (1870) se caracterizó por la generación eléctrica a gran escala, concomitantemente con la invención del motor de combustión interna, la tercera (1969) por la electrónica y las tecnologías de la información y la cuarta, la actual, por los sistemas físicos cibernéticos (Big Data, IoT, Smart Cities y la inteligencia artificial).
LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL
Nada ni nadie escapa a esta realidad incontrastable, pues, como lo afirma Martín Merino Eiró, “la transformación digital deja de ser un objetivo para crecer y se convierte en una urgencia para sobrevivir”1. Y continúa diciendo que con la pandemia sobrevino un salto tecnológico muy brusco, abrupto, en el cual el gran protagonista ha sido la virtualidad. Y esta llegó para quedarse, ahora “hay que hacer las cosas de manera distinta”2 y en un escenario en el que la gestión de la información y la calidad de la misma se tornan críticas en la toma de decisiones empresariales. La analítica digital es la clave para poder sacar provecho del cúmulo de información del que ahora se dispone en la nube, con una capacidad de almacenamiento infinita y del procesamiento de la misma, ahora al alcance de un clip en el computador o en el Smartphone.
Este preámbulo nos sirve para poner en contexto la Transición energética en curso, la cual tiene cuatro ejes, destacándose entre ellos la digitalización de los procesos, facilitando y haciendo posible la electrificación y descarbonización de la economía, la descentralización de la operación del Sistema y la democratización del mismo, haciendo más asequible el servicio de energía, sobre todo a la población más vulnerable, como lo prevé el 7º de los 17 objetivos del desarrollo sostenible (ODS), al cual habrá que agregar uno más, el 18, por fuerza de las circunstancias, el cierre de la brecha digital.
No cabe duda que la Transición energética es tecnológica y la automatización de sus actividades y procesos van de la mano con la Transformación digital. Como lo afirma el Gerente de Desarrollo de Negocio en el área de Utilities en Minsait Colombia Cesar Piñeros, “la digitalización en la transición energética es una realidad que poco a poco va ganando terreno en Colombia y en el mundo. Contar con las herramientas digitales adecuadas será la clave para que las compañías gestionen sus activos y la información que estos generan para integrarse al nuevo modelo en construcción”3. Ello dará lugar a una reconfiguración de la cadena de valor que va desde las fuentes de generación, la generación misma, el transporte de la energía, su comercialización y distribución, hasta llegar al último eslabón de la cadena, el consumidor.
Como lo afirma el Presidente de la Asociación Colombiana de distribuidores de energía eléctrica (ASOCODIS) José Camilo Manzur, la innovación, la tecnología y el ecosistema digital cuenta con un amplio campo de aplicación en este sector de cara a la Transición. Cita él que “por ejemplo, la inteligencia artificial en microrredes se ha convertido en una estrategia para el ahorro de la energía, la independencia energética, la eficiencia y la protección durante una contingencia que requiere mejoras en la operación y una adaptación continua”4.
La adopción de estos nuevos desarrollos tecnológicos, así como la adaptación y modernización de los mismos en las actividades y los procesos inherentes a este sector agregan valor y contribuyen al ahorro, a la reducción de costos y a la eficiencia energética. José Camilo Manzur trae a colación la experiencia al respecto en los EEUU. Se pudo determinar, según él, que “el impacto económico, sectorial y laboral de las inversiones realizadas en redes inteligentes y digitalización del sector eléctrico puede resultar en beneficios más allá de las empresas de servicios públicos. Por ejemplo, se encontró que por cada millón de dólares de gasto directo, el PIB se expandió entre 2.5 a 2.6 millones de dólares”5.
LA CONVERGENCIA TECNOLÓGICA
Así entendida la Transición energética, que pasa por la modernización del sector, abre espacio para la incursión de nuevos agentes en la cadena, destacándose entre ellos el agregador de la demanda, el cual propende por la gestión activa de la demanda, la cual ahora, con el nuevo marco legal y regulatorio, adquiere una gran relevancia y empoderamiento al consumidor, el cual dejará de ser un agente pasivo para adquirir su doble carácter de productor y consumidor (Prosumidor). El agregador de la demanda está llamado a ser el gran articulador de distintos agentes de la cadena, participando en el mercado eléctrico, tanto mayorista como minorista e incluso prestando sus servicios al administrador y operador del Sistema interconectado nacional (SIN).
La convergencia de la digitalización, la electrificación y la descentralización ya mencionada, habrá de facilitar el surgimiento de nuevos y múltiples negocios en torno a esta actividad, tales como las plantas virtuales de potencia (vpp, por sus siglas en inglés). Se trata de un software remoto que sirve para regular el consumo particular de la energía, conectando o desconectando, coordinando y monitoreando a los generadores, a la generación distribuida, a los autogeneradores de energías descentralizados, así como los almacenamientos de energía y los de carga controlada.
Mención aparte merece lo atinente a la modernización de la infraestructura de medición avanzada (AMI, por sus siglas en inglés) y las redes inteligentes (Smart grid), la cual permitirá la comunicación bidireccional entre usuarios y operadores de red. La Resolución reglamentaria para su implementación, que está para comentarios, se expedirá próximamente. Ello conlleva un recambio de los actuales “contadores” de energía, que tiene como plazo límite el año 2030 (75% de usuarios). El mismo correrá por cuenta de los operadores de red, tal como quedó establecido en el proyecto de ley de Transición Energética que acaba de aprobar el Congreso de la República y que está a la espera de la sanción presidencial. Ello facilita, además, la puesta en práctica de la tarifa – horaria y el mercado intradiario, pudiendo el consumidor tomar decisiones informadas y más racionales, redundando en alivio en sus facturas de energía y en un mejoramiento de la calidad en la prestación del servicio.
La AMI permitirá la lectura remota y centralizada en una plataforma digital, la que además permitirá el monitoreo permanente y en tiempo real, así como las opciones de internet de las cosas (IoT) y la comunicación bidireccional entre el usuario y el operador de red mediante el medidor inteligente. De esta manera, tanto el operador como el usuario podrán tener un mayor y mejor control del registro y la medición, detectando oportunamente las fallas, distorsiones, hurto o intervenciones maliciosas de los equipos no autorizadas. Su manejo será tercerizado, para que sea un gestor independiente de los registros de los datos y de la información, quien será el responsable.
LA PORTABILIDAD DE LA ENERGÍA
A la utilidad y a los beneficios anteriores de esta armazón, se viene a sumar que permite la portabilidad de la energía, la facturación de la energía prepago, corrige la asimetría de la información entre el usuario y el prestador del servicio, utilizando para ello plataformas y aplicaciones tecnológicas. Y de contera, facilita la integración de las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER) a la matriz energética, cuya intermitencia en la generación de energía dan lugar a incertidumbres en el cumplimiento de la entrega de la energía contratada y comprometida.
No es ciencia ficción, ya el usuario de la energía está en capacidad de controlar el uso y el consumo de energía desde su celular, podrá también detectar las fallas, averías e interrupciones en la prestación del servicio. Adicionalmente podrán los generadores, los transportadores, comercializadores y distribuidores de energía tener un mayor y mejor control de sus actividades, además del monitoreo del funcionamiento de equipos, redes, subestaciones, transformadores, módulos solares, celdas e inversores, ganando en eficiencia y confiabilidad en la prestación del servicio.
A este respecto resulta de la mayor importancia y pertinencia la expedición por parte del Ministerio de Minas y Energía de la Resolución 40199 fechada el 28 de junio, mediante la cual “se adoptan los lineamientos del modelo de gobierno de tecnologías de la información y del modelo de gobierno de datos del sector minero – energético”. Ya era hora de contar con este marco normativo, el cual deberá ser complementado con los servicios de ciberseguridad para proteger el Sistema energético del riesgo de ataques que amenazan su operatividad, la continuidad de la prestación del servicio de energía, la reputación y los datos. No hay que perder de vista que garantizar el suministro de energía es un asunto de seguridad nacional!
1Think big/empresas. Junio, 7 de 2021
2Idem
3www.minsait.com. Noviembre de 2020
4El Tiempo. Junio, 23 de 2021
5Idem